Para los amantes de la naturaleza de cierta edad en España escuchar ‘ADENEX’ evoca de inmediato campañas épicas en defensa de parajes como Monfragüe y especies amenazadas como linces y primillas.
“En sus inicios, hace algo más de 40 años, la actividad del movimiento ecologista extremeño se centró en el conocimiento y en campañas urgentes de conservación y salvamento de espacios naturales en peligro de destrucción inminente, ante la destrucción de los encinares, monocultivos de eucaliptos en muchas sierras, canalización de ríos y eliminación de bosques galería, etc… De aquellos años 70 son nuestras campañas en defensa de lo que hoy es el Parque Nacional de Monfragüe, con Jesús Garzón, el Valle del Jerte o el entorno del embalse romano de Cornalvo, y también la campaña contra la caza de la Avutarda, el derribo de nidos de cigüeñas o las centrales nucleares”, explica Jesús.
ADENEX ha ido evolucionando con el tiempo.
“Hemos conseguido mantener los objetivos fundacionales de investigación, defensa y divulgación del patrimonio natural y cultural, pero dando cada vez más importancia a la participación de la ciudadanía en la resolución de los problemas ambientales. El voluntariado y la educación ambiental han ido ganando terreno en la actividad de nuestra asociación. Así, uno de los proyectos “estrella” de ADENEX de los últimos años (ahora se cumplen 15) es el programa de voluntariado ambiental “Plantabosques”, donde alrededor de 100 voluntarios, entre enero y marzo, dedican el fin de semana a plantar árboles de especies autóctonas en sierras que han perdido su vegetación debido a incendios forestales u otras causas.
Aquella campaña de ADENEX en defensa de los encinares, que apadrinó Fernando González Bernáldez a partir de 1981, se ha convertido hoy en nuestro Proyecto Dehesa, que incluye campañas de educación ambiental, realización de propuestas políticas y acciones directas en el territorio a través de la Custodia del Territorio”, comenta.
El director de proyectos de ADENEX explica cómo fue el proceso de creación de las Reservas Privadas y su posterior evolución.
“La primera experiencia de custodia en Extremadura fue emprendida en 1977 por Jesús Garzón y el resto de fundadores de ADENEX, con una campaña para arrendar dos de las fincas más importantes del área de Monfragüe, amenazadas por los cultivos forestales de eucaliptos con aterrazamientos: “Las Corchuelas”, de 3.807 ha, y “Las Corchuelas de Monfragüe, con 521 ha”. Al poco tiempo tuvimos los primeros contactos con la Asociación Europea de Reservas Libres (EUREL), con sede en Bruselas y representada en España por la Coordinadora para la Defensa de las Aves y sus Hábitats (CODA). Esta asociación nació con la finalidad de la creación de una red europea de Reservas Naturales, de cualquier tamaño y bajo cualquier régimen de propiedad, libres de cualquier atadura oficial o legal y a libre disposición del propietario, para asegurar en ellas la conservación de determinados valores naturales. Cualquier persona particular o entidad podía colaborar en esta labor conservacionista, aceptando, mediante la firma de un contrato, los principios propuestos”.
“En 1980 ADENEX comienza a promover la constitución de las primeras reservas EUREL en espacios naturales de interés, a través de conversaciones con los propietarios de fincas. En 1983, la Red de Reservas Biológicas promovida por ADENEX integraba 7 fincas en diversas comarcas de Extremadura, entre las que destacamos las de la Sierra Grande de Hornachos y la finca “La Ventosilla”, propiedad de otro de los pioneros de la conservación de la naturaleza, nuestro amigo de siempre Joaquín Araújo, en la comarca de Las Villuercas”, explica. Después ADENEX puso en marcha varios proyectos financiados por la Unión Europea. “Así se constituyeron nuevas reservas para la conservación de hábitats en la Sierra de Hornachos, Tajo Internacional, Llanos de Cáceres, Sierra de Gata y áreas de invernada de la grulla común, a través de la compra de terrenos, el alquiler de fincas o el establecimiento de contratos de gestión con la propiedad”.
ADENEX apuesta por el papel que tienen los gestores del territorio en la preservación del medio ambiente.
“ Estamos convencidos de la necesidad de reconocer y valorar el papel de los gestores del territorio en la conservación de la naturaleza y en la producción de servicios ambientales, como la conservación de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático. A veces este reconocimiento es necesario para conseguir la implicación de propietarios y gestores en la conservación y el uso sostenible de sus explotaciones. Los Bancos de Conservación de la Naturaleza, como mecanismo de compensación o restauración de valores ambientales perdidos, con resultados medibles, pueden contribuir a esa necesaria implicación y a asumir compromisos conservacionistas por parte de los gestores de fincas, privadas y públicas. ADENEX está desarrollando ahora un proyecto de divulgación sobre estas cuestiones, conversando personalmente con un número muy importante de propietarios de terrenos y alcaldes de toda Extremadura”.
En esa línea, la mayor parte de su actividad se centra en “nuestro agrosistema fundamental, las dehesas de encinas y alcornoques, cuya sostenibilidad y persistencia se encuentran seriamente amenazadas, debido a una variada y compleja problemática, provocada por las tendencias de gestión de las últimas décadas. La falta de regeneración del arbolado y la “seca” por Phythophtora cinnamomi exigen una reacción urgente por parte de todos los sectores implicados. Se trata del agrosistema más importante de Europa, que presenta además los índices más altos de biodiversidad del continente, y no es exagerado afirmar que la dehesa está en peligro de desaparición a medio plazo”, recalca Jesús.
En cuanto al futuro, Jesús apuesta por la custodia del territorio como herramienta de conservación en Extremadura.
“Por las características de nuestra región, el régimen de propiedad de la tierra y las formas de gestión, se hace muy conveniente el establecimiento de contratos entre los gestores del territorio, las administraciones públicas y los representantes de la sociedad civil organizada, como son las entidades de custodia del territorio. Sin embargo, es muy importante que existan fondos económicos para el desarrollo de estas relaciones. Consideramos que la base de la custodia del territorio es el acuerdo, el asesoramiento, la cooperación y el aprendizaje mutuo, pero también es fundamental en la mayoría de los casos la existencia de recursos económicos para emprender trabajos de restauración ambiental, mejora de ecosistemas o compensación de lucro cesante”, reflexiona.
“Nuestra experiencia nos dice que la predisposición de la mayoría de los propietarios y gestores de fincas hacia la conservación y mejora del medio natural es buena. Quizá por eso otras entidades se han ido incorporando en los últimos años a la custodia del territorio en Extremadura, cuando hasta hace relativamente poco tiempo ADENEX era la única que trabajaba en este sentido en la región. SEO/BirdLife, Global Nature, ANSER, AMUS y otras llevan ya algún tiempo desarrollando con nosotros la custodia a través de buenas iniciativas. Ahora toca quizá empezar a cooperar entre nosotros para conseguir mejoras a través de una red extremeña. Ya se han dado los primeros pasos, que hay que madurar”, concluye el director de proyectos de ADENEX.