“La ACE es una entidad sin ánimo de lucro, independiente, nacida con el ánimo de contribuir al mejor conocimiento del menor de los ciervos europeos, como es el corzo. Nuestro interés se centra, fundamentalmente, en los siguientes aspectos: promover el estudio e investigación en torno al corzo; colaborar con las distintas administraciones en la adaptación, preparación y redacción de textos legales, órdenes de caza y normas de conservación de acuerdo a la realidad específica de la especie en España; lformar a todos aquellos que, en su quehacer u ocio, se relacionan con el corzo; divulgar” el conocimiento mediante escritos, programas de radio y televisión o cualquiera otro que permita aproximarlo al público en general; contribuir a la concienciación de los cazadores fomentando el respeto a la naturaleza y el cumplimiento de los planes de aprovechamiento cinegético aprobados”, comenta Florencio.
La asociación trabaja por la conservación del corzo en equilibrio con su medio natural. “En esta labor destacan iniciativas como el denominado “proyecto Corcino”, encaminado a evitar que las crías de corzo sean recogidas en el campo y acaben sus días en centros de recuperación, y la campaña, más reciente, #Corcinando, dirigida a ensalzar las propiedades culinarias de la carne de caza. Además, dentro de la faceta eminentemente científica de la ACE, mantenemos convenios de colaboración con la Universidad de Santiago de Compostela, y la Universidad Complutense y la Politécnica de Madrid, entre otras, para la promoción de trabajos de investigación destinados al estudio del corzo, sus especies predadoras y sus ecosistemas, destinados a la mejora de la gestión de sus poblaciones entendiendo, además, que la caza hoy en día es una de las herramientas indispensables para conseguir estos fines”, puntualiza.
En los últimos 50 años la población de corzo ha experimentado un importante crecimiento en la Península, crecimiento que ha motivado que
“en la actualidad, no solo ocupe áreas de índole forestal sino que ha conquistado zonas cerealistas de ámbito estepario, mostrando una adaptación sin precedentes. Este fenómeno ha causado, en muchos lugares, una superación de la capacidad territorial económica del medio, provocando considerables daños en plantaciones forestales, frutales, viñedos y cultivos hortícolas. Por otra parte la accidentalidad en carretera -factor denso-dependiente en el caso del corzo- se ha disparado exponencialmente en algunas comunidades autónomas, constituyendo un problema de primera magnitud en materia de seguridad vial. De ahí que uno de los objetivos fundamentales de la ACE, desde su creación, haya sido la conservación de las poblaciones de corzo en equilibrio con su medio, entendiendo que una caza racional y acorde con la realidad de sus características biológicas es una herramienta eficaz para conseguirlo”. En ese sentido, apunta el presidente de ACE, “merece la pena destacar el papel que este ungulado está jugando en la expansión de sus predadores naturales, como es el caso del lobo en la mitad norte peninsular, su predador natural por excelencia, y otros que seguramente también dependen del corzo para su subsistencia, caso del águila real como intentamos demostrar a través del proyecto Aequilibrium, que más tarde comentaré”.
Uno de los primeros síntomas del desequilibrio demográfico del corzo y de otros ungulados en algunas áreas es el incremento en la prevalencia de algunas enfermedades parasitarias en las poblaciones, cuyo seguimiento es fundamental para tomar decisiones de gestión en esas poblaciones. En este sentido la ACE trabaja desde 2013 “y a través de la colaboración desinteresada de los cazadores, viene realizando un seguimiento de dos de las afecciones más relevantes del corzo, mediante su proyecto Oéstridos, diseñado para estudiar la evolución de Cephenemyia stimulator (parásito de las vías aéreas) y de Hypoderma ssp. (parásito subcutáneo). En la misma dirección, e igualmente costeado con fondos propios, la Asociación del Corzo Español mantiene un convenio con la Universidad de Santiago de Compostela para el estudio de enfermedades parasitarias de los corzos españoles, cuyos resultados marcarán las líneas de gestión cinegética futuras, poniendo de relieve que ciencia y caza son, sin duda, elementos fundamentales para la conservación”.
Florencio explica las principales líneas del proyecto Aequlibrium, destinado a conocer la interacción predador-presa del corzo con el águila real. “Este proyecto , surge de la colaboración entre nuestra organización, que contempla la caza como una herramienta fundamental de la gestión del medio natural, y el grupo estrictamente conservacionista Tagonius, demostrándose que ambas interpretaciones de la preservación del medio natural son perfectamente compatibles. Para la consecución de este proyecto pionero que ha despertado un inusitado interés, ambas organizaciones también estamos estableciendo acuerdos de custodia con los titulares y/o propietarios de los terrenos cinegéticos incluidos en las zonas de estudio. En ese sentido hemos contado con el asesoramiento de la Plataforma de Custodia del Territorio de la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. De hecho nos hemos inscrito en el V Inventario de Iniciativas de custodia”.
Así, uno de los objetivos del proyecto “es constituir una red de custodia del territorio ligada a la caza y al águila real para contribuir a consolidar la imagen positiva que la depredación natural tiene y debe tener en la verdadera gestión cinegética sostenible.Es conocida la controversia, muchas veces agria, vinculada al complejo asunto de la caza y los depredadores; en ese sentido prefiero hablar de “control de predación” que de “control de predadores”. Aequilibrium va en esa dirección integradora aportando argumentos sólidos”, concluye Florencio, que lleva más de 25 años dedicado profesionalmente a la gestión de recursos faunísticos y, especialmente, de los cinegéticos, algo que ya venía definido desde su tesis doctoral en biología: “Estudio de las poblaciones de corzo (Capreolus capreolus L. y jabalí (Sus scrofa L.) y análisis de su explotación cinegética en el Territorio Histórico de Álava. “A partir de mi propia experiencia profesional intento transmitir que la caza y la conservación van estrechamente unidas, siempre que se practique de forma racional y amparada en datos reales de las poblaciones objeto de aprovechamiento. Llevo trabajando con sociedades de cazadores prácticamente toda mi vida laboral, y aunque hay de todo, como en el resto de facetas de la vida, la receptividad y el compromiso de muchos cazadores con la conservación y con la custodia del territorio es digno de elogio y de una intensidad y compromiso difícil de encontrar en otros colectivos”, afirma.
“A lo largo de este tiempo he tenido oportunidad de trabajar en interesantes proyectos de conservación enmarcado en la custodia del territorio y liderados por cazadores cuyo objetivo no es el aprovechamiento cinegético. En ese sentido destaca “La recuperación del conejo silvestre en el Parque Natural de Bardenas Reales de Navarra”, realizado y costeado por la Asociación de Cazadores y Pescadores de Bardenas (ASCAPEBAR) para favorecer las poblaciones de predadores potenciales (rapaces y gato montés, fundamentalmente) ; y −prosigue− la recuperación del humedal de Cáseda , a cargo de la Sociedad de Cazadores de esa localidad Navarra, para el mantenimiento de la biodiversidad dependiente del medio acuático y disponibilidad hídrica para el resto de la fauna presente en el territorio, mediante un acuerdo de custodia con el ayuntamiento y la colaboración de la Asociación para la Defensa de la Caza en Navarra, ADECANA”.
Foto: Laguna de Cáseda recuperada por la Sociedad de Cazadores local gracias a un acuerdo de custodia del territorio con el ayuntamiento, titular de los terrenos comunales donde se asienta. También ha contado con la colaboración de ADECANA, la cual está integrada en la UNAC.
“En Álava, por otra parte, merece la pena destacar el control intensivo de ungulados realizado por los cazadores pertenecientes a cuatro sociedades colaboradoras en la zona periférica del polígono militar de Araka, con la finalidad de atajar un brote de tuberculosis en la población de ciervos y rebajar la siniestralidad con estos animales en las autovías y autopistas del área periférica de Vitoria-Gasteiz”, recalca. Florencio destaca que la predisposición del colectivo cinegético es “excelente en la recogida de muestras biológicas para el seguimiento de la salud de las poblaciones y ecosistemas, una colaboración indispensable, aunque los propios cazadores no sean muchas veces conscientes de su enorme contribución a la conservación por medio de la custodia de los territorios cinegéticos bien ejercida”.En cuanto al conocimiento que las sociedades locales de cazadores tienen sobre la custodia del territorio, el presidente de ACE cree que es necesario desarrollar una labor de divulgación específica. “Su potencial para la conservación es muy alto dado su elevado número y ubicuidad en el medio rural. Además contamos con buenos ejemplos y muchos casos de colaboración entre entidades de conservación y cinegéticas, más allá del ruido mediático que muestra un enfrentamiento que en realidad no es la tónica general, ni mucho menos. En ese sentido considero muy valioso el trabajo que ha venido realizando el Grupo de Trabajo de Caza y Custodia vinculado a las VI Jornadas de Custodia del Territorio”, finaliza.
Foto: Florencio Markina traslocando conejos de monte en Bardenas Reales de Navarra