Los bancos de conservación de la naturaleza son herramientas de compensación de impactos ambientales: los propietarios y usuarios del territorio donde se establecen estos bancos pueden promover acciones para mejorar la biodiversidad y garantizar su conservación a largo plazo. Estas acciones son cuantificadas y valoradas por entidades acreditadas y otorgan a su promotor (fundamentalmente empresas) los llamados “créditos de conservación”, títulos legales que certifican la generación de valores de conservación de la naturaleza. Estos créditos, que tienen un valor contrastado, se podrán comercializar para emplearse como medidas complementarias o compensatorias a aplicar en proyectos e instalaciones en los que sea requerido por la legislación vigente.



Por su parte, la custodia del territorio busca establecer acuerdos con los propietarios y usuarios de la tierra para conservar patrimonio. Cuando un acuerdo de custodia esté acompañado de los compromisos y las garantías de conservación adecuados, podrá servir como base para la creación de un banco de conservación, tutelado por la entidad de custodia. En otros casos, las entidades de custodia pueden ayudar a los propietarios de los bancos en el diseño de las acciones de conservación, actuando como garantes del cumplimiento de los objetivos de conservación del banco. También podrá recaer sobre la entidad de custodia la tarea de ejecutar acciones de conservación, restauración o mejora de hábitats, tanto para la creación del banco como para su conservación a largo plazo.



Son muchas y variadas las posibilidades de interactuar entre los bancos de conservación y la custodia, tal como se muestra en la infografía, y sin duda el trabajo conjunto beneficiará y mejorará a ambas herramientas con un fin común: la conservación de nuestro patrimonio natural.



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